Una historia que no te dejara indiferente...

Año 1249. Reconquista de al-Ándalus. Tierras de Poniente. Antiguos dominios musulmanes de al-Munastyr.

Alonso Sánchez de Guzmán, prestigioso caballero de la Orden de Santiago, tras una larga y agónica huida, decide acabar con su vida al verse acorralado por tropas almohades, llevándose a la tumba una codiciada información que solo él conoce.

Siete siglos después, a mediados de los años noventa, Álvaro Fuentes (un recién ascendido sargento de la Guardia Civil aquejado por el síndrome del Norte) y Eva Méndez (una joven arqueóloga que encara su primer trabajo como profesional) se tropiezan en una iglesia, con unos misteriosos restos que esconden un enigmático acertijo de época medieval… y en el que no solo ellos estarán interesados.

Organizaciones secretas, agentes ocultos, topos, espías y las más importantes agencias de inteligencia del planeta, se entremezclarán en una misma partida y en un único escenario: un perdido pueblo de la Sierra de Huelva en el que nunca antes había pasado nada.

sábado, 16 de junio de 2018

Palabras y sensaciones sobre Gibaya. Marisa Carbajo, editora de Bohodón Ediciones.


Confieso que después de tantos años dedicándome a editar (a trabajar en libros) es muy poco el tiempo que puedo dedicar a leer por placer. Es un lujo que en pocas ocasiones puedo permitirme. En vacaciones…, cuando tengo que viajar en tren… y poco más. Es una pena, pero es así. Además me ocurre (supongo que por deformación profesional) que aunque intente simplemente relajarme y leer, no puedo evitar salirme de la historia y fijarme en los detalles constructivos. No puedo evitar salirme de la trama y prestar mucha atención a cómo se maneja el autor, a cómo intenta llevar al lector a pensar o a sentir determinadas cosas, y los recursos que para ello utiliza.
Me cuesta ponerme en el punto de vista de un lector; tiendo antes a adoptar el papel de editora o incluso de aficionada a la escritura, lo que me hace valorar aún más la tremenda dificultad que supone escribir una obra como esta. Y no lo digo solamente por el número de páginas…
Porque si “Mayo de Cruces” me encantó (siempre cuento que es el libro que más veces he comprado para regalarlo), Gibaya me ha impresionado más si cabe. Es tanta la complejidad que conlleva idear, plantear y sacar adelante una trama como la que presenta Gibaya y hacerlo con tanta limpieza y éxito (el final es redondo) que hay que descubrirse.
Una investigación (no quiero dar muchos datos por si alguien no lo ha leído) en la que cada vez que ocurre algo, la información fluye y todo el mundo se entera de lo que está ocurriendo en Almonaster ―todos los que están pendientes de la investigación, el CESID, la CIA, la INTERPOL―. ME PARECE GENIAL. Escuchas telefónicas, que siempre haya una persona situada estratégicamente para ver lo que no debe ver o para escuchar lo que no debe escuchar…
Y todo esto aderezado por esos ingredientes que a todos nos gustan (el humor, cierta tensión sexual entre los protagonistas, el enigma, el misterio…) Unos remates de capítulos buenísimos, muy cuidados, y una preparación de los personajes (personajes amables) y de las situaciones que estos viven, que gracias a los toques simpáticos-humorísticos hacen que la lectura resulte de lo más agradable.
Bien, toda obra narrativa tiene que estar encuadrada en el tiempo y en el espacio. Temporalmente la trama central de Gibaya ocurre a mediados de los noventa, fechas en las que aún nos manejábamos en España con pesetas y en las que no contábamos con telefonía móvil ni con acceso a internet. Este encuadre temporal es importante, y necesario, para poder justificar las peripecias de los personajes para conseguir la información y el ritmo al que la van consiguiendo. Señales de satélite, mucho teléfono fijo, sin imaginar unos y otros que están escuchando sus conversaciones, muchos faxes, tener que coger el coche para ir a entrevistarse con personas (y sin saber que los están siguiendo).
El espacio principal en el que se desarrolla la obra, es de todos conocido: Almonaster la Real (y sus alrededores). Pero es muy evidente que no se trata de una mera localización, Almonaster es el auténtico protagonista de esta novela. Ahora entiendo cuando yo le insistía a Manuel que intentara reducir el libro (cosas de editores…) y él me contestaba que era imposible. No lo era, podrían quitarse bastantes páginas a este libro sin que la trama creada por él sufriera, pero se perdería algo que para el autor es fundamental: hablarnos del paisaje, de la arquitectura, de la cultura, de la historia, del patrimonio, de la gastronomía y de la gente de su Almonaster. Del verdadero protagonista.
En cuanto al estilo, Manuel Sánchez Barrero escribe para todos los públicos, y eso es una gran ventaja para una editorial. Es muy generoso con su lector. Lo sorprende, lo deja un ratito a la espera antes de explicarle lo que ha ocurrido, tras dejarlo expectante al cerrar un capítulo, pero no le complica la vida, no le dificulta la lectura. Su estilo es llano, claro, y cuida que el lector ni se le pierda ni se le quede atrás. 
El mundo editorial es complicado (da para escribir muchas novelas). Que se abra paso o que se conozca una obra de un autor desconocido (o poco conocido) es difícil. Los escaparates y los puestos centrales de las grandes librerías, y las mesas de los críticos literarios, están copadas por los libros de dos grandes grupos editoriales multinacionales, muy poderosos y con muchos medios promocionales. A las editoriales independientes como Bohodón, que no contamos con esos medios, ni ese poder, nos cuesta mucho abrirnos paso. Si buscáis Gibaya en una de esas grandes superficies, os lo sacarán de una estantería en la que casi no se le ve, u os dirán que os lo traen en un par de días porque no lo tienen en la tienda, pero os lo llevan. Hay poco sitio para los libros que no sean de… estos dos grupos…
¿Qué es lo que os pido entonces? Que si  Gibaya os ha gustado, y os ha entretenido tanto como a nosotros, lo recomendéis. Es una labor divulgativa discreta pero muy efectiva. Recomendad su lectura, dad vuestra opinión, si os parece, en las redes sociales, que a través de ellas podemos conseguir que se hable de Gibaya. Porque lo merece.
No sé si el libro se venderá más o menos, porque eso depende de muchos factores que no podemos controlar, pero independientemente de lo que pase, puedes estar muy muy orgulloso de tu trabajo, de tu Gibaya. 
Marisa Carbajo.


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